¿COMO SE ESTUDIA EL TIROIDES?




INTRODUCCION:


Revisión Histórica.-

El estudio del tiroides se puede plantear desde tres aspectos diferentes: Estudio Funcional, Estudio Morfológico y Estudio de su Estructura Intima, que no es exactamente el Estudio Histológico. Hay métodos que pueden considerarse de Estudio Morfo-Funcional.

Antes de revisar en detalle cada uno de los métodos o pruebas que hoy en día podemos utilizar, quizá nos pueda dar una visión de conjunto una revisión de los progresos en el campo de Diagnóstico Tiroideo en ese periodo de tiempo. Muchos endocrinólogos aun en activo hemos vivido el desarrollo de estas técnicas. Esta revisión nos evita, por otra parte, hacer referencia posteriormente o de forma mas detallada a técnicas que han sido superadas o que sólo se usan de forma muy esporádica.

La conversación con el paciente, la observación y la exploración clínica, han permitido el diagnóstico de las alteraciones tiroideas, tanto funcionales como morfológicas. Decía Marañon que el Hipotiroidismo era la única enfermedad que se podía diagnosticar por teléfono: La voz de una persona con hipotiroidismo severo es absolutamente característica, como lo es su propia cara. Pero en Medicina no sólo es preciso hacer un diagnóstico, es preciso documentarlo, confirmarlo con datos.

En 1960 se disponía únicamente de las técnicas de Metabolismo Basal, basadas en el consumo de oxigeno, que estaba en relación con la actividad funcional del tiroides: alto en situaciones hiperfuncionales y bajo en las hipofuncionales. Una técnica bastante compleja para los laboratorios convencionales y aplicable sólo en hospitales y centros de investigación, era la determinación en sangre del yodo unido a proteínas (PBI). Era una técnica muy valiosa pero influenciada por la concentración de las propia proteínas transportadoras en la sangre, que varia en muchas circunstancias.

Aproximadamente en 1960 pudimos disponer en los países de habla hispana del yodo radiactivo (I-131) y de equipos rudimentarios para la medición de la radiactividad en sangre y en el propio tiroides. El I-131 se incorporaba de forma selectiva a la glándula y lo hacia en proporción a su actividad funcional. El I-131, que se administraba por boca en forma de líquido o cápsulas, pasaba a sangre y era retirado de ella y "captado" en el tiroides por la "trampa de yodo" de forma proporcional a la actividad funcional de la glándula. Era la prueba de "captación tiroidea de I-131". Conociendo la actividad de la dosis de I-131 administrada, podía calcularse el porcentaje de ese yodo "atrapado" en el tiroides a las 2 y 24 horas de la administración de la dosis. La curva de captación era un índice objetivo de la actividad funcional de la glándula y nos enseñó muchas cosas sobre la forma de utilización del yodo por el tiroides. El I-131 abre el periodo fecundo de la investigación en la biosíntesis de las hormonas tiroideas.

La curva de captación era, dentro de sus limitaciones, una valoración funcional, pero el I-131 permitió también realizar una valoración de la Morfología del Tiroides. El clínico palpaba el cuello y encontraba una glándula normal o aumentada de tamaño. El tiroides normalmente no se palpa, si se palpaba de forma dudosa era un Bocio grado I, si se palpaba claramente era un Bocio grado II, si estaba francamente aumentado de tamaño y se podía ver el abultamiento, era un Bocio grado III y los Bocios monstruosos, que ahora ya solo excepcionalmente se observan, eran Bocios grado IV. Por otra parte, a la palpación ese tiroides aumentado de tamaño podía tener una superficie lisa o irregular: Bocio Difuso o Bocio Nodular y hasta ahí se llegaba.

El I-131 se fija en el tiroides, pero solamente en las zonas que están funcionando. Al hacer un estudio por puntos de la actividad sobre el propio tiroides, bien de forma manual o de forma automática, con una serie se artilugios que ahora no hacen al caso, es decir un "registro de distribución del I-131 en la glándula", se encontró que en el tiroides y sobre todo en el tiroides nodular, había "zonas calientes" y "zonas frías". Las calientes fijaban mas I-131 que el tejido de alrededor y las frías no fijaban I-131 en absoluto. Todavía se mantiene esa clasificación de los nódulos. La técnica se denominó "scanning tiroideo",(adaptando la palabra "scan" que se refiere al barrido de los electrones en las pantallas de Tv o del PC), que todavía se usa en bastantes países de Latinoamérica. En España adoptamos el término "Gammagrafía Tiroidea", por similitud con Radiografía; en Radiografía se utilizan los Rayos X y en Gammagrafía los Rayos Gamma que se originan en la desintegración del I-131. La técnica de Gammagrafía se sigue utilizando de forma rutinaria, y hablaremos de ella en un apartado específico.

Al entrar en los 70 conocíamos muchas cosas ya de la biosíntesis de las hormonas tiroideas. Los trazadores radiactivos en general y el I-131 concretamente, nos había dado un arma muy poderosa para los estudios de bioquímica en el organismo. Si administrábamos I-131 a un animal de experimentación, podíamos estudiar todos los compuestos de su tiroides en los que se había incorporado este radioelemento. La separación y caracterización de estos "compuestos marcados" se podía hacer por "cromatografia" o "radiocromatografia": En esencia consiste en poner una gotita de un hidrolizado del tiroides del animal inyectado sobre una placa de cristal recubierta de un gel especial en condiciones que bien por gravedad o ayudadas por un campo eléctrico se consigue separar los compuestos de distinto peso molecular que aparecen como bandas. Si esa placa en la que se ha conseguido la separación de los compuestos, se coloca sobre una placa fotográfica, la radiación gamma impresiona la placa y aparecen claramente definidas como bandas negras las correspondientes a los compuestos que contienen I-131, que así pueden identificarse. La técnica en esencia está siendo la base para la secuenciación de los aminoácidos del DNA y de los estudios del genoma y por ello nos hemos detenido brevemente en su descripción.

Sabíamos en los 70 cuales eran las hormonas tiroideas y en líneas generales como se formaban, pero no podíamos detectarlas en sangre. El desarrollo de las técnicas de radioinmunoanálisis y de inmunoanálisis en general nos permitieron dar ese paso. Se siguen utilizando y también ellas tendrán un apartado específico.

En los 80 aparece y se generaliza la utilización de la Ecografía y en los 90 muy avanzados el uso del Eco-Doppler para el estudio e la vascularización tiroidea y ello nos permite completar el estudio morfológico el tiroides en su intimidad como un complemento de la gammagrafía a la que a veces sustituye. Pero esto no es historia, es realidad actual y a estas técnicas vamos a referirnos mas adelante con extensión.

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Teo F. Atienza